viernes, 2 de octubre de 2009

Ojeadores




Hubo un tiempo en el que no teníamos tantas resposabilidades ni obligaciones, y pasábamos las tardes viendo a los chavales jugar a la pelota desde la terraza de nuestra casa sevillana. Un cigarro, amigos y algo para refrescar la garganta era suficiente para alcanzar la felicidad. El tiempo lo complica todo, cada vez te vuelve mas exigente y vas perdiendo la inocencia a una velocidad que da pánico. Habrá que empezar a vivir sin mirar a los lados, y menos aún hacia atrás. Voy a comprarme unas anteojeras y seré igual que un caballo, por lo menos voy a intentar probarlo un día.